domingo, 10 de marzo de 2013

La historia del sofá de piel que no vio una vaca ni en pintura...

Érase una vez, en un país muy muy lejano, unos príncipes modernos que, sin bodorrio previo, buscaron  un palacio urbano de tres dormitorios, con garaje para la carroza, por supuesto. Los príncipes estaban muy ilusionados con su nuevo hogar y buscaron una tienda donde adquirir los muebles con los que engalanar el salón y el comedor. Y llegaron a una tienda con nombre de ave donde les ofrecieron varios sofás de piel, a cual más bonito. Finalmente, por 2.600€ (rebajado) se hicieron con un sofá con chaise longe de piel blanca (diciembre de 2009).

Y colorín colo... ¡Ey! Que no, que en este cuento no hay perdices ni finales felices, porque pasaron dos años y tres meses y apareció una arruga en el sofá. Pero en unos cuatro meses, lo que era una arruga se convirtió en una grieta y de repente el sofá pareció empezar a "pelarse". Indignados, acudieron a la tienda para expresar su descontento. La primera pregunta que les hicieron fue: ¿con qué lo habéis limpiado? A la princesa le dio un tic en el ojo y tuvo que morderse el labio y pellizcarse el muslo para no responder: "los sábados con lejía y los domingos con Ajax Pino". Pero cada uno a su papel: los príncipes de clientes y las vendedoras a tirar balones fuera.

Como se ve que los príncipes no eran gilipollas tontos, habían seguido las indicaciones mantenimiento y resultaba inconcebible que un sofá de piel durase sólo dos años y medio (cuando ni hay niños ni animales de por medio), las vendedoras quedaron en dar parte a la casa (agosto de 2012), para comprobar si había habido algún otro problema con la misma partida de piel...

Y pasaron los meses y hubo intercambio de mails y de llamadas: que si ya hemos dado parte, que si "está todo en marcha", que "desde que yo sepa algo te lo notifico". Y entonces llegaron las dudas: ¿será que no es piel? Y los príncipes, almohadón en mano, se fueron de tapicero en tapicero, de tienda en tienda, preguntando a personas con más conocimiento que ellos qué clase de tejido era ése. Cuál fue su sorpresa cuando la respuesta de todos fue la misma: POLIPIEL.

Con cara de tontos se presentaron en la tienda, cojín en mano, para pedir explicaciones de tan inconcebible circunstancia (febrero de 2013) y la dependienta les dijo que no era la única reclamación que tenían, que no hacía falta que sacaran el cojín, que efectivamente eso no era piel y que el fabricante había cerrado, no les cogía el teléfono y se haría cargo la tienda de retapizar el sofá, pidiéndoles el plazo de una semana (parece que ya estaban en contacto con los tapiceros). Los príncipes de nuestra historia respiraron tranquilos.

Llega el día 2 de marzo de 2013 y la princesa recibe una llamada: la Señorita de la tienda de muebles. Que han pedido varios presupuestos, que en las islas no hay ningún tapicero que trabaje bien la piel, que el coste es muy alto, que se nos ha pasado la garantía y que les ofrecen tapizarlo en tela o en polipiel de buena calidad (que se ve que el que ellos compraron, además, era malo). La princesa, que además de princesa resulta ser abogada, le dice a la Señorita de la tienda que: primero, no se trata de un problema de garantía porque no es que la piel haya salido mal, es que NO ES PIEL; segundo, que si no es piel estamos o bien ante un vicio del consentimiento que haría devenir el contrato de compraventa en nulo o ante una estafa; tercero, que si acepta que se lo retapicen en tela estará comprando el sofá de tela más caro de la historia y, como quedó claro anteriormente, no son gilipollas tontos, así que lo reconsideren y, en todo caso, le den una respuesta a lo largo de la semana (esta que acaba hoy) para poder ejercer las acciones que considere convenientes. La Señorita de la tienda queda en hablar con su gerente y en llamarla a lo largo de la semana.

¿Cómo termina este cuento? Pues parece que en una demanda.

Ahora en serio: el sofá en menos de un año se ha pelado. Voy a quemar la aspiradora de tantos trozos de plástico de mierda polipiel que recojo.  Lo tengo cubierto con una sábana porque, además de que si no no podría ni sentarme, me pongo de un mal humor horrible cuando paso por el salón. Tanto es así que me siento en el suelo.

Esta es una foto de lo que ocurre si uso el sofá, a ver si os parece normal. Y que tengan la cara de decirme que "se me ha pasado la garantía". Qué lástima no haber comprado un sofá de Ikea de 1000€, seguro que estaría como nuevo: como lo está el sofá de piel que compró mi madre.


La verdad es que no voy a pedir que me retapicen el sofá, voy a pedir que me devuelvan el dinero (con intereses, claro), porque le he cogido manía...

Dormitorio fase V: "la Princesa y el guisante"

El post de hoy va de dormitorios; bueno, concretamente va sobre el mio, que es al que tengo acceso :P Y me ha venido a la cabeza el cuento de Hans Christian Andersen. ¿Creéis que habríais notado un guisante debajo de veinte colchones? Yo no, pero es que no tengo ni una gotita de sangre azul en las venas. Soy del montoncillo y hace falta un martillo neumático para despertarme... 

Tengo que decir que me da mucha pereza actualizar el blog. Resulta curioso que haya podido abandonar drásticamente algo que antes me resultaba tan gratificante. No tengo intención de volver a "engancharme", mis prioridades ahora son otras, pero me da pena no hacer el seguimiento de los pequeños cambios que va experimentando la casa. Y la verdad es que echo de menos a algunas personas que tenían la amabilidad de pasarse por aquí y comentar.

Vamos pues al dormitorio. ¿Recordáis cómo estaba? Lo último que os enseñé fue mi tocador (Dormitorio fase IV), y ahora hay un elemento nuevo: el tan soñado "rincón de lectura". Os adelantaré que no ha quedado nada parecido a lo que yo quería. Esta vez he sido yo la que ha cedido, otras veces le toca a I; a él le encanta este sofá y la verdad es que las líneas rectas le quedan bien al dormitorio. Ya me diréis qué os parece...







Lo que veis a la derecha del sofá es nuestro "baúl tecnológico": encierra un proyector, un ordenador y unos altavoces, todo listo para ver una peli en el techo de la habitación. Y no, no es incómodo. Es increíble que no os lo hubiera enseñado hasta ahora...



He estado revisando: sí, ya os lo había enseñado aquí. La ubicación es distinta, pero la idea es la misma.

Bueno, ¿qué os parece el dormitorio? Es increíble que la redecoración comenzara por la lámpara de lectura, ¿verdad? Sólo me falta la silla Louis Ghost negra (la Panton es prestada del comedor). Ya sé que la "icono" es la transparente, pero aunque me gusta, la negra me parece mucho más bonita. ¿Creéis que pega?