domingo, 30 de junio de 2013

¡Sorpresa!

El martes, cuando volví del trabajo, colgué mi bolso y atravesé la casa hasta el último cuarto para darle un beso a I, que todavía estaba trabajando. Me quejé porque no había preparado la comida y me di la vuelta dispuesta a ir a la cocina para ponerme a la faena cuando vi... Grité. Volví a gritar. No me lo podía creer. La silla Louis Ghost de Philippe Starck. Colgaba la tarjetita de Kartell (no nos gustan las imitaciones en esta casa). Así que así ha quedado el dormitorio. Quedan pendientes unos arreglillos.