jueves, 28 de abril de 2011

Sobre la ética profesional (o su falta)

Ya os he hablado de mi hermana y del maravilloso trabajo que realiza, sobre todo con niños. Tras terminar sus estudios musicales como cellista en el Liceu, realizó un Máster en Musicoterapia en la Universidad de Barcelona y numerosos cursos de especialización. Es de esas personas a quienes les apasiona su trabajo y dedica su tiempo libre al estudio y al ejercicio de su profesión de forma gratuita. Si la conoces "te cautiva": sus ojos, su expresividad, su vitalidad... Y no hablo así de ella porque sea mi hermana, sino porque es una persona a la que admiro y respeto.

Lo que hoy comparto aquí con vosotros es su indignación: ayer me llamó para contarme que había recibido un e-mail del Gerente un Centro en el que trabajó y del que salió muy a disgusto por su falta de profesionalidad, en el que le "regañaban" por aseverar, en uno de los blogs que administra, que la musicoterapia no cura.

Carla define la musicoterapia como:

 "el uso de la música (y cada uno de los elementos que la componen) como medio terapéutico a la hora de intervenir en el proceso de tratamiento de una persona, que tiene como finalidad una mejora de la calidad de vida, tanto emocional como física". 

En cuanto a los profesionales que la practican explica:

"No debemos confundir el uso particular que hacemos de la música con el uso sistemático, interdisciplinario y terapéutico que podamos llegar a hacer con ella. El musicoterapeuta se ha formado, ha estudiado, ha observado, ha practicado. Forma parte de un equipo interdisciplinario  (psiquiatras, médicos, enfermeras…)  y si hablamos de un ambiente pedagógico (fisioterapeutas, psicólogos, logopedas, psicopedagogos)  con los que trabaja conjuntamente en la elaboración del tratamiento para el paciente. 


El musicoterapeuta estudia el caso individual o colectivo, plantea un proyecto de intervención (hipótesis de trabajo) con unos objetivos generales, específicos, terminales; a los que le acompaña una metodología específica, unas actividades programadas, secuenciadas y organizadas para el logro de los objetivos, para el logro de una buena práctica terapéuica, para el avance personal de la persona dentro de la terapia. Por y para la persona-paciente.

No, la música no hace daño. Las personas que no saben hacer una labor terapéutica y realizan un intrusismo, sí".

Y siempre puntualiza:

"La musicoterapia no es la panacea. No cura. Pero sí ofrece la posibilidad de tratar mediante los elementos sonoros, rítmicos, melódicos, vibracionales, emocionales e instrumentales".

Carla es una persona que ha sabido conciliar sus dos pasiones: la música y ayudar a las personas. Trabaja muy duro y se compromete siempre con cada uno de sus proyectos y sus pacientes, pero no engaña a nadie, porque la musicoterapia es lo que es y desde luego no puede ofrecerse como una cura, sólo como una terapia que, practicada por profesionales cualificados, puede ayudar -y de hecho ayuda- a nivel físico y psíquico.

A cualquiera que le parezca desafortunado resaltar el hecho cierto de que la terapia musical no cura porque resulta contrario a la publicidad engañosa que realiza, debería avergonzarse de mentir a quienes, en una situación de vulnerabilidad, recurren a él en busca de ayuda, ofreciéndoles esperanzas que no se corresponden con la realidad.

Los profesionales musicoterapeutas que se esfuerzan día a día en que esta terapia gane credibilidad y se integre como una opción terapéutica -siempre complementaria- más, y entre los que se encuentra mi hermana tanto a nivel individual como parte del Equipo de Musicoterpeutas Nuevas Músicas (integrado por musicoterapeutas, danzaterapeutas, psicólogos clínicos y pedagogos musicales), optimizan el uso de esta disciplina, pero no realizan falsas promesas.

Ya os hablé de la labor que lleva a cabo este equipo de profesionales, Equipo de Musicoterapeutas Nuevas Músicas, cuya máxima en su filosofía es intervenir sobre las capacidades de las personas, no sobre "sus necesidades". Porque todas las personas, tanto las que sufren trastornos, síndromes o patologías, como las que no, tienen una capacidad creativa innata, un potencial creativo individual, y las mejoras que se producen en la experiencia musical parten de esa creatividad: la música por, para y a través de ellos. Además, esta práctica no se limita al paciente e integra a su familia en el proceso.

Mi hermana, a través de sus dos blogs (Sobre musicoterapia y más... y Musicoterapia en Madrid y más...) realiza una importante tarea de divulgación, dirigida tanto a profesionales como al acercamiento de la terapia a las personas. Así que entiendo su indignación, pero le he aconsejado (esa es mi tarea como hermana mayor) que no responda, el tiempo pone a cada uno en su sitio.

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