Hace un rato llovía. Me gusta la lluvia: sentarme a ver llover acurrucada y calentita, disfrutando, quizá, de un libro, de la música o de un café humeante. Ahora huele a mojado y por fin la ciudad está en silencio. Apenas hay luces encendidas; tres ventanas iluminadas diviso desde mi balcón, a oscuras. El murmullo del agua que corre por el barranco, el viento agitando suavemente los árboles y el cielo estrellado.
I ha llegado muy tarde de trabajar, a eso de la una de la madrugada. No le esperaba en la cama, sino que limpiaba el segundo cuarto de baño. Razonamiento: llegará cansado y le apetecerá darse una ducha y meterse en la cama; le gustará encontrarse el cuarto de baño oliendo a limpio. No sé si él lo aprecia, a mí la ducha me ha sentado mejor así.
Un poco antes había preparado 6 semilleros con albahaca morada (sí, como leéis), antirrino enano (conejitos), orégano, pensamientos, tagetes y claveles chinos. Voy a hacer un seguimiento para ver cuánto tarda cada planta en germinar. No he encontrado semillas de ruda ni toronjil y no me he acordado de la savia. Además, tengo dos pipas de aguacates para plantar.
Me invade el sueño... Yo quería ver llover de nuevo.
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