¿Alguien recuerda esa canción? "Lunes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que limpiar. Así limpiaba, así, así... Así limpiaba, así, así... Así limpiaba, así, así... Así limpiaba que yo la vi". Y seguías cambiando el día de la semana. Yo la cantaba cuando era pequeña y mis padres me mandaban barrer el patio. Qué tarea tan horrorosa y, además, ingrata. Porque, ¿cuánto dura el patio limpio? La casa de mi madre está rodeada de eucaliptos y es una zona fresca donde siempre sopla la brisa (cuánto se echa de menos en verano), así que antes de que hubieras terminado de barrer por un lado, ya había hojas por el otro... Y no sólo se conformaban con que barriéramos, también rastrillábamos. Si barrer las hojas me parecía infructuoso y, la verdad, hasta carente de sentido, imaginaos lo que podía pensar de rastrillar las hojas de la tierra de la entrada (¡!). Cuando terminábamos, mi madre nos preguntaba si no nos parecía que estaba mejor así. Para mí la respuesta era obvia: ¡NO! Las hojas caídas de los árboles no era algo antiestético, era algo natural, contra lo que luchábamos semana tras semana; vamos, absurdo. Después fui creciendo y comencé a comprender a mi madre: la maravillosa sensación de sentarse en el patio a merendar cuando el suelo está barrido, los parterres cuidados, las plantas regadas... O la sensación de meterte en la cama con las sábanas limpias, después de un baño relajante, sabiendo que toda la casa está perfectamente limpia. Es un momento de tranquilidad, de armonía. Puede parecer una tontería, pero es lo que siento y sé que es lo que siente mi madre.
Hace ya bastantes años, cuando era adolescente, leí un libro precioso de Susana Tamaro, Donde el corazón te lleve. No os voy a resumir la historia porque merece la pena leerla, pero recuerdo un pasaje en el que se reproduce la anécdota que os acabo de contar. Me sentí muy identificada.
Supongo que la paz de espíritu se alcanza de muchas formas. La limpieza y el orden, no sé porqué, es una de ellas. Lo más irónico, es que puedo llegar a ser muy desordenada.
Todo esto viene a cuento de que estoy consiguiendo mi propósito de tener la casa limpia SIEMPRE, ¿qué os parece? Vamos, que hoy hasta ha venido mi suegra (aunque había avisado, la verdad), pero ¡estaba todo limpio!. De aquí a Wisteria Lane. Bueno, eso o acabaré loca y con una docena de gatos. Ya veremos.
hola,
ResponderEliminaracabo de conocer tu blog y con dos entradas que he leído ya me encanta, así que te voy a seguir ;)
un saludo,
sylvia.
Gracias!
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