Tenía ganas de volver a casa. Me gusta Madrid, pero nunca me he sentido del todo a gusto en sus calles. Esa sensación sólo la he experimentado en París: habría buscado un trabajo y me habría quedado allí, con aquella minúscula maleta. No sentía necesidad de volver a casa, ya estaba en casa. De todas formas, he de admitir que Londres también me gustó muchísimo. Quizá el quid esté en salir de España, en ir a ciudades donde la vida sea diferente y no sólo donde sea todo "más grande". Tenerife es una isla preciosa y el área metropolitana es relativamente grande; es verdad que es un gran inconveniente depender de aviones y barcos para realizar cualquier viaje, pero, al fin y al cabo, es el medio de transporte "normal" y los precios son cada vez más competitivos.
No obstante, también es cierto que los desplazamientos en avión se me hacen, cada vez, más y más pesados. Pensaría que es la edad si no fuera porque tan sólo han transcurrido dos meses desde el último y otros dos desde el anterior. Los pasajeros son, por lo general maleducados y egoístas: uno no puede apoyar los dos brazos en los apoyabrazos del asiento y meter los codos en el asiento del compañero. Y si el de al lado no consigue fastidiaros el viaje, rezad para no pasar hambre, porque lo de los "menús" de las compañías aéreas es sangrante: si American Airlines consiguió ahorrar 40.000$ anuales suprimiendo una oliva de cada ensalada que servía en primera clase, ¿cuánto consigue embolsarse Iberia cobrando 1'50€ por tres galletas Digestive, 10'50€ por un sandwich y una bebida o 2'00€ por 80 gr de fruta?
Pues como os decía al principio... "Hogar, dulce hogar". Anoche llegamos derrotados, regamos nuestras plantitas (¡las plantas aromáticas han crecido un montón!), vimos un capítulo de The big bang theory en el proyector y nos tiramos a dormir en nuestra cama de 1'60 x 2'10 de Tempur con nuestras sendas almohadas del mismo material. Os diré que acostumbrarse a dormir bien es lo peor que uno puede hacer, porque después pasa lo que pasa, que duermo mal en todos sitios y echo de menos mi almohada allí a donde voy.
Ahora toca volver a la rutina. Quizá sea mejor empezar una distinta. Ya os contaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario