El color de paredes y techos tiene un valor más allá del meramente estético, y es que dependiendo de la combinación de colores podemos "falsear" el aspecto de nuestras casas. Así, un techo pintado en un color oscuro hará una habitación más ancha, cálida (oscura) y "bajará" la altura del mismo. Es por ello que siempre nos encontramos con techos blancos o de colores claros, que aportan luminosidad y amplitud a la estancia. Además, podemos buscar distintas sensaciones o estímulos según los colores elegidos (fríos, cálidos, relajantes...).
Y después entramos en los gustos de cada uno: yo, personalmente y después de haber vivido 4 años en una casa con bastante color, he utilizado colores neutros en las paredes (gris) y he aportado la nota de color con otros elementos. Sin embargo, algunos espacios (recibidor, dormitorio y cuarto de estudio) por una cuestión de pereza han quedado blancos. Hay que aclarar que el blanco es un recurso válido que crea estancias limpias y luminosas, pero es difícil conseguir ese efecto y en la mayoría de las ocasiones el resultado es un espacio "insulso" carente de personalidad.
En un intento de "hacer algo especial" en el recibidor y que no requiriese pintar las paredes, he optado por dar color a las molduras. He usado el mismo gris que en el vestidor por razón de economía (me sobró pintura en su momento) y porque combina perfectamente con el negro y el rojo de el aparador y la vitrina. El resultado me ha sorprendido: se crea una separación entre las paredes y el techo y éste parece más alto, pero también, más pequeño, al romperse la continuidad del pasillo (si os fijáis, el recibidor está separado por el techo en dos partes, aunque no entiendo por qué, la verdad).
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