No nos podemos quejar: encontramos un piso bien ubicado, de tamaño considerable, en buenas condiciones ... ¡y con balcon! Sí, habéis leído bien: tenemos un balcón desde el que vemos el mar (aunque cuando vives en una isla, casi desde cualquier ventana puedes atisbarlo). No es grande, pero somos dos, así que resulta suficiente.
Obviamente no todo podía ser bueno: el aparato de aire acondicionado está en medio y he de decir que no sólo molesta físicamente, sino también (y mucho más, si cabe) estéticamente. Pero como somos mañosos y nos hacía ilusión desayunar fuera los fines de semana (cosa que no hemos hecho desde que vivimos en el piso), nos fuimos a Ikea y nos volvimos con un tablero -el más barato- y con cuatro patas arreglamos el problema del desayuno y disimulamos el aparato de aire acondicionado. Bonito, lo que entendemos todos por "bonito", pues no quedó, pero como era sólo un apaño, nos quedamos tranquilos y usamos la mesa durante un par de semanas para cenar "al aire libre".
No había olvidado mi balcón, sólo había dejado "aparcado" el asunto hasta tener solucionados otros de mayor relevancia -léase dichosos cables de aparatejos y bombillas sin lámparas-, pero cuando he visto esta foto he pensado en él, porque sería maravilloso tener algo así en casa (de la paisajista brasileña Paula Galbi, vía Decorar hoy).
Imaginad lo delicioso que debe resultar sentarse al atardecer con un libro y un café...
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